En la espesura de
aquellos montes
con tantas ramas
a ras del suelo,
camina airoso entre
los ramajes
y oyó el ladrido de
aquellos perros,
se oyó el gruñido de
aquella madre
que esta cargada de
crios pequeños,
esta dispuesta a
entregar su sangre
con la ilusión de que
salven ellos.
La jabalina es
hermosa y grande
el cazador presiente
el trofeo
soltó un disparo
entre la malaje
y aquella madre, !saltó los sesos!.
Cayo abatida la pobre
madre
de aquel disparo que
fue certero
y los jabatos que aun
son lechales
sirven de juego para
los perros.
Cuando termina aquel
sabotaje
el cazador recoge el
trofeo
y se dio cuenta que entre
el follaje
seguía vivito el mas
pequeño.
El jabatillo estaba
asustado
dándole pena pensó en
traerlo
pensando siempre en
utilizarlo
cuando creciese hacia
su provecho.
El cazador era
ganadero
y crió al jabato
junto a unos cerdos,
aquel jabato creció
bastante
el cazador, se creía
su dueño
y lo utilizaba como
secuelo
para enseñar a cazar
los perros.
Lo maltrataba todas
las tardes
en un corral de marcar
becerros
al ganadero todo le
vale
con tal que al bicho
lo muerda el perro.
Pero una tarde al
abrir la puerta
el ganadero se cayo
dentro
y salio el bicho con
tanta fuerza
que sin quererlo, segó
su cuello.
Recuerde usted la
primera escena
el jabatillo estaba indefenso
ante la ira de la
escopeta,
luego el maltrato lo
fue creciendo
y ese día cobra su
recompensa.
El “ego” al hombre le
deja ciego
y ese día muere por ser un "treta"
Ángel Arroyo
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