Esposa mía, en mis adentros
tengo grabadas muchas escenas,
de aquellos valles, de aquellos tesos
de los rincones, de nuestra tierra,
donde los dos, fuimos descubriendo
su poderío su enorme fuerza
campos de encinos de gran belleza.
Ahora que estamos aquí metidos
si, aquí en Madrid, ciudad inmensa,
quiero decirte que no me olvido
de nuestro origen, de las ovejas,
de las colodras, de las manceras,
de los arados, de los cañizos,
de los apriscos, de las corderas.
Amada mía, cuantos recuerdos
tengo metidos en mi cabeza.
Los días de trillo, los de la siega,
los del molino, los de la siembra,
de aquel saltillo de aquella muela
de aquellos ríos, de sus laderas
de aquellos montes de aquellas vegas
los días de frió, los días de fiesta
del día la Gacha y de la Malena.
¡Que hermosa, tanta naturaleza!
Cariño mió, cuanta tristeza
entre paredes Madrid me encierra
con tanto ruido, con tanta mierda
con tanto coche en las carreteras
con tanto asfalto, de negra brea
sin ver el campo ni oler la tierra
si algún día marcho, que estará cerca
llévame al pueblo y allí me dejas.
Ángel Arroyo
No hay comentarios:
Publicar un comentario