domingo, 16 de diciembre de 2012

UN DÍA DE CAZA






Al rayar el alba ya estaba en el rió,
mi equipo de caza y un perro muy fino,
de pronto a la tierra acerco su hocicó,
llego a la maleza y quedo allí fijo.
Hay tengo la pieza me dije a mi mismo,
cargue la escopeta con balas del cinco
y le dije ¡entra! a mí perro amigo
el perro obedece entro dando brincos
y de la maleza un enorme bicho
salio sin pereza y dando gruñidos,
alce la escopeta y le solté un tiro,
acerté aquel bicho que daba gruñidos.
y entre la maleza se quedaba herido,
mi perro se acerca con muchos ladridos
y el jabalí enseña sus fieros colmillos,
el perro respeta se aparta un poquito,
con mucha destreza le metí el cuchillo.
sentí mucha pena al mirarme el bicho
y con su mirada yo creo que me dijo,
me quitas la vida sin otro motivo
que el poder contarlo luego a tus amigos.
si tienes cojones desde aquí te animo
a que esto le digas ¡soy un asesino!
y no se lo pierdan pero ese día mismo
colgué la escopeta del trocó un encino
me senté a su sombra pensando en lo oído,
y me dije tiene, razón este bicho
me acerque hacia donde, estaba el herido
y note como daba, su ultimo suspiro
y volví a la sombra todo pensativo
mirando hacia el cielo un poco cohibido
sabiendo que aquello debía estar prohibido
una voz muy clara sonó en mis oídos
y me dijo nunca dispare ha un ser vivo,
que aunque usted se crea tener mil motivos
no son suficientes ni nunca lo han sido
para darle muerte ni al mas enemigo.

Tire la escopeta las balas y el cinto
hice una promesa que hasta ahora he cumplido
de no matar nunca a ningún ser vivo
no quiero escopetas no quiero cuchillos
y quiero que sepan que a todos invito
que va siendo hora de que hagan lo mismo.

Ángel Arroyo

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