viernes, 4 de marzo de 2011

ECHAR UN PALO




Llegó la desilusión
pero me había equivocado.
Pensé perdido el amor
del que me había enamorado.
Pero todo fue un error
que ya está solucionado.
Vuelvo a sentir el calor,
la pasión y el desenfado.
Se que no hay nada mejor
si este no está envenenado.
Y el veneno da un olor
similar al ya probado.
 Ese no lo quiero yo,
ese amor no es nada sano.
Yo necesito el amor
un amor dosificado.
Para hoy, una ración
otra mañana y pasado.
Y no darte el atracón
para luego estar parado.
Necesito la pasión
pero no ir desenfrenado.
Encontrarlo en un rincón,
empezar a meter mano.
Que palpite el corazón
con los besos, los abrazos.
Cuando llega la emoción
y los dos están temblando.
Sin que se pase el arroz
ir al punto deseado.
Buscar sin ningún temor,
encontrar los otros labios.
Tocar allí alrededor
y con tu lengua peinarlos.
Y calcular el calor
con el termómetro a mano.
Oír entonces una voz
que diga estar preparado.
Tú darás el apretón,
ella siente el cañonazo.
Tú le dirás: "Corazón"
sabes que te he penetrado.
Ella dirá: "Sí, mi amor"
y dará unos culetazos.
Y os fundireis los dos
en jadeos y lametazos.
Hasta que tanta pasión
¡reviente con un orgasmo!
Va bajando la tensión
los dos quedais relajados.
Los dos quedais como Dios
esperando un nuevo asalto.



Ángel Arroyo.






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