martes, 8 de marzo de 2011

HOMENAJE AL PEDO




Vaya una tarde que llevo,
¡Vaya una tarde!
no paro de tirame pedos
pero no llego a cagarme.
Dice la gente que es bueno
que el gas ese es inflamable,
esto no hace falta olerlo,
el olor insoportable.

Si me los dejo hay dentro
luego tendran que operarme,
por eso lo dejo abierto,
segun van llegando salen.
Y como estoy escribiendo
voy a hacerle un homenaje
por que verguenza no tengo
y un pedo no se le niega a nadie.

El pedo ya no es el pedo,
hoy dia se le dicen gases,
es como aire comprimido
que pòr el culo nos sale.
Si lo aguantas un poquito
al salir  mas ruido hace
¿Lo han oido? ¿Lo has olido?
otro acabo de tirarme.

Y que pedos que me tiro,
a mi ya empieza a gustarme
por que me quedo agustito
y asi puedo relajarme.
Me resulta divertido
aunque el olor no lo aguante,
los hay que son atrevidos,
salen sin querer soltarles
pero son muy divertidos
con el put, put ese que hacen.

Los hay flacos y gordisimos,
depende del personaje,
los hay con enorme ruido,
otros van de camuflaje
¿Porque siempre nos reimos
cuando sin permiso salen?

Yo he querido hacerle al pedo
este pequeño homenaje,
si no le gusta disculpen,
borre rapido el mensaje.
Por eso estoy escribiendo
la verdad del personaje,
ahora ya me voy sintiendo
más lijero de equipaje.
         El pedorro, A. A. A.















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HISTORIA REAL DE UNA ASTURIANA


Un día llegó el amor, encontré a un maravilloso caballero y nos
enamoramos. Cuando se hizo evidente que nos casaríamos hice el
sacrificio supremo, como buena asturiana, y dejé de comer fabes.

Algunos meses más tarde,el día de mi cumpleaños, mi coche se estropeó
de camino del trabajo a casa. Como vivía a las afueras llamé a mi
marido y le dije que llegaría tarde porque tenía que ir andando a
casa. De camino, pasé por un pequeño restaurante y el olor de la
fabada fue mas fuerte que yo. Con varios kilómetros por delante para
caminar, calculé que se me iría cualquier efecto negativo de les fabes
antes de llegar a casa, por lo que entré y antes de que me diera
cuenta, ya había tragado tres buenos platos de fabada. De camino a
casa me aseguré de liberarme de TODO el gas.

Cuando llegué, mi marido pareció excitado de verme y gritó con gran
alegría: ¡" Querida, te tengo una sorpresa para la cena esta noche! "
Él entonces me vendó los ojos y me condujo a mi silla en la mesa. Tomé
asiento y cuando estaba a punto de quitarme la venda de los ojos, el
teléfono sonó. Me hizo prometer no tocar la venda hasta que él
volviera y se fué a contestar la llamada.

La fabada que había consumido todavía me afectaba y la presión se
hacía más y más insoportable, tanto que mientras mi marido estaba
fuera, aproveché la oportunidad, me apoyé en una pierna y dejé caer
uno. No era ruidoso, pero olía como un camión de fertilizante delante
de una fábrica de pulpa de papel. Tomé la servilleta de mi regazo y
abaniqué el aire alrededor de mí enérgicamente.

Entonces, cambiando a la otra pierna, dejé escapar otros tres. ¡¡La
peste era peor que la col cocinada!!!

Manteniendo mis oídos atentos a la conversación de mi  marido en la
otra habitación, continué tirando unos cuantos durante otros pocos
minutos.
El placer era indescriptible. Cuando mas tarde la despedida telefónica
señaló el final de mi libertad, rápidamente abaniqué el aire unas
cuantas veces más con mi servilleta, la colocó sobre mi regazo y doblé
mis manos atrás sintiendome muy aliviada y complacida conmigo misma.

Mi cara debe haber sido la imagen de la inocencia cuando mi marido
volvió, pidiendo perdón por tomar tanto tiempo. Él me preguntó si yo
había echado una ojeada por debajo del vendaje de los ojos, y le
aseguré que no.
En este punto, él me quitó la venda de los ojos, y doce invitados a la
cena sentados alrededor de la mesa, entre ellos mis suegros, cantaron
a coro: ¡ Cumpleaños Feliz!

¡¡ Y ...me desmayé!!!!!!!!!!!!!!
 




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