lunes, 21 de febrero de 2011

SUFRIMIENTO DE UNA MADRE



Esto que les cuento
no quería contarlo,
pillado me siento
y con remordimiento
por haber actuado
con muy poco tiento.

Recuerdo una tarde
que estaba en el río
vi caer de un encino
un pájaro grande
y que estaba herido
noté al acercarme.

Estaba nervioso
revoloteaba
corrí como un loco
pero él se escapaba
ahora les cuento
lo que me ocultaba.

El quería llevarme
lejos de su nido,
intentó alejarme
fingiéndose herido
pa que no descubriese
su tesoro escondido.

Yo entonces me vuelvo,
me subo al encino
y entonces descubro
a dos tortolitos
que pedían comida
abriendo su pico.

Miro alrededor
y veo que la madre
a mí se acercó
para suplicarme
que a sus hijos yo
no se los quitase.

Ahora lo comprendo,
ahora que soy padre,
ahora me arrepiento
y digo a aquella madre
que yo mucho siento
lo que hice esa tarde.

Me llevé a sus hijos
los llevé a mi casa
pa tenerlos metidos
dentro de una jaula.
Un día, arrepentido
en el campo soltaba.

Yo hoy tengo dos hijos
y comprendo aquello.
Les defendería a muerte
si vienen por ellos,
me la jugaría siempre
aunque perdiera el cuello.

Comprendo a la tórtola
el juego que hacía
porque ella a su forma
a ellos defendía
y con su intentona
¡Se jugó la vida!

Le pido disculpas
por mi atrevimiento
le robé a sus hijos
y lo manifiesto
ahora ya se fijo
de su sufrimiento.

Vaya una lección
que me dió esa madre
que no aprendí yo
hasta que fuí padre.
Defendió a sus hijos
creo, que como nadie.

Perdóname amiga
no entendí el mensaje
que con la mirada
tú a mi me enviaste.
Tórtola querida
creo que fuí un salvaje.


Ángel Arroyo.

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